Nací en Donostia en la primavera de 1970. A pesar del momento social tan complicado en el que estaba sumido todo el país, mi niñez transcurrió bajo la educación de una madre altamente sensible y un padre con grandes dificultades para mostrarse. Una época en la que el blanco y negro emocional dio paso a un rojo intenso desgarrador del que fui testigo directo y que forjó un parte de mi personalidad. 

La violencia y la falta de empatía estuvieron presentes a lo largo de gran parte de mi adolescencia, que junto con mi alta sensibilidad y mi inquietud por vivir experiencias, me sometieron a una presión que provocó en mí un desequilibrio mental y emocional que me impidió asumir un plano de realidad adecuado a mis circunstancias personales, sumiéndome en otro, el social, del que había adquirido unos hábitos que me fueron destruyendo, afectando a mi identidad y entorpeciendo claramente la relación que tenía conmigo mismo. 

Vivir inmerso en un plano de realidad social tan destructivo, hipócrita y deshumanizado, junto con mi inquietud por asumir muchas experiencias, me llevó a no ser un estudiante muy aplicado. Había algo en mí que me impulsaba a expresar mi naturaleza de muchas formas, a través de los  diferentes deportes que practicaba, de comenzar a trabajar desde los 16 años,  etc. Y todo estaba conectado a la necesidad de entender quién era y qué hacía en este universo tan aterrador, enigmático y apasionante. 

El trabajo de autoconocimiento comienza a muy temprana edad, con los primeros ataques de ansiedad que sufro y que son el catalizador para comenzar  hacerme preguntas que iría resolviendo a lo largo del tiempo a través de las experiencias que me han permitido poder desarrollar la capacidad de orientar y acompañar a personas que necesitan entender la importancia de transformar los planos de realidad, que al fin y al cabo son los que nos van a definir y van a permitir que nos relacionemos mejor o peor con nosotros mismos y con el resto de las personas. 

He conseguido procesar y reconducir todas las experiencias que he ido acumulando en una filosofía de vida y una metodología muy particular que me han ayudado a reconstruir un horizonte negro en otro mucho más colorido y esperanzador.  

Tenemos la obligación moral y social de aprender a educarnos mental y emocionalmente para que nuestros hijos entiendan su propia individualidad y puedan desarrollarse en armonía con su propia identidad, ayudándoles a despojarse de las cargas mentales y emocionales que han ido heredando de generación en generación. 

Puedes seguir aceptando una vida sin cambios y llena de injusticias y falta de humanidad, pensando que si no lo hacen los otros porqué lo tengo que hacer yo; o puedes pararte a observar quién eres y si realmente piensas y sientes de la manera más apropiada a tus circunstancias y necesidades. 

Paul Zubillaga Egozcue

Te ayudo a mejorar mental y emocionalmente a través de una metodología sencilla y clara con la que podrás comenzar a transformar la realidad que has ido creando en la que tienes que generar para poder mejorar tu existencia. 

Para ello debes de tener en cuenta aspectos que están directamente ligados a circunstancias de tu propia vida. Aspectos tan personales como dónde has nacido, tus padres, el entorno, tu familia, etc. 

En muchos casos estos factores inciden negativamente en nuestro desarrollo mental y emocional porque el sistema educativo en el que hemos crecido no profundizaba en aspectos individuales y particulares de cada uno de nosotros, sino que las enseñanzas y creencias han estado vinculadas más a lo externo que a nuestro propio ser. 

Date la oportunidad de reconducir tu energía mental y emocional para poder comenzar a relacionarte contigo mismo de manera adecuada, ya que de esta manera podrás relacionarte personal y profesionalmente de una forma que te permita conseguir tus objetivos de un modo constructivo. 

Parar aprender a valorarte debes a aprender a pensar con los valores adecuados y a sentir de la misma manera. Para ello trata de encontrar en tu día a día el refugio interno que te permita aceptarte y reconstruirte. 

Me haría mucha ilusión poder acompañarte en un viaje transformador y sanador con el que es necesario que te identifiques para poder obtener los resultados que mereces. 

1ª Fase: Aceptación.

Si quieres que algo cambie en ti debes aceptar que tienes algo que cambiar.

2ª Fase: Reconocimiento. 

Deber reconocer el cambio en la manera de pensar y sentir para mejorar.

3ª Fase: Descubrimiento.

Descubrir quien eres y lo que quieres te va a permitir colocarte en el plano de realidad personal apropiado.

4ª Fase: Desarrollo potencial.

Esta fase definirá tus objetivos reales y te acercará a lo que quieres.

5ª Fase: Independencia mental y emocional.

Has conseguido transformar tu vida y eres dueño de la misma. Ya puedes trazar tu propio destino.

La duración de cada fase está supeditado al esfuerzo que estés dispuesto a  desarrollar.